Un reflejo de cómo la salud y el medio ambiente se cruzaron con la desidia y la ambición desmedida de algunos pocos
El pasado 3 de julio se celebró el Día Internacional Sin Bolsas de Plástico. Una fecha en la cual se busca concientizar sobre los daños que producen las bolsas de este material sintético en el medio ambiente, proponiendo alternativas reutilizables frente a las bolsas de un solo uso.
Los avances en los últimos años, con políticas que en varios países limitaron o directamente prohibieron el uso de estas bolsas en comercios públicos, son acciones más que loables que lamentablemente choca de narices con las más que cuestionables medidas sanitarias que llevaron durante la pandemia, a un incremento de residuos plásticos con alarmantes cifras nunca antes vistas.
El uso desmesurado de mascarillas plásticas, además de guantes, desechos médicos y empaques de comidas para llevar entre otros, llevo al colapso de los sistemas de reciclaje en muchos países. Sin medidas efectivas, más del 70% de este plástico terminará tirado en océanos y vertederos, y hasta un 12% será quemado causando contaminación y enfermedad en las zonas más vulnerables del planeta.
La pandemia y el Medio Ambiente
Hasta la fecha no se han publicado muchos estudios que demuestre en cifras el impacto de la pandemia en el consumo de plásticos, pero sus efectos están a la vista de todos, y en países en los cuales los hábitos de orden y limpieza están lejos de ser los ideales, los rastros que este flagelo ha dejado sobre sus aceras se pueden ver sin mucho esfuerzo.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la contaminación plástica desproporcionada durante el último año, ha afectado a personas, grupos y pueblos en situaciones vulnerables, poniendo en riesgo sus derechos básicos, salud y bienestar, planteando obstáculos sustanciales para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El aumento ha sido tal que ha llegado a colapsar los sistemas de reciclaje existentes en algunas ciudades. En Singapur, durante un cierre de ocho semanas, se generaron 1470 toneladas adicionales de desechos plásticos solo a partir de envases para llevar. En Wuhan, China, los desechos médicos aumentaron seis veces a 240 toneladas por día durante la pandemia, sobrecargando la capacidad de incineración de la ciudad de 49 toneladas diarias. Un solo hospital en Jordania produjo diez veces más desechos médicos por día, con solo 95 pacientes de COVID-19, de lo que normalmente produce. En Teherán, la capital iraní, los desechos médicos de los hospitales aumentaron entre el 17,6% y el 61,9% durante los primeros meses de la pandemia (de 52 a 74 toneladas por día a 80 a 110 toneladas por día).
Plásticos que llegan a nuestros océanos
Cuando los sistemas de reciclaje colapsan, el destino casi inevitable de estos desechos son los mares y océanos.
Según un estudio de Greenpeace, debido a la acción del viento y la lluvia, estos residuos también pueden llegar al mar incluso cuando los tiramos a la basura. Pueden acabar abandonados debido a la acción de las tormentas, el viento o la lluvia, o simplemente porque no se han desechado correctamente. Así pueden llegar a ríos u otras vías fluviales y hasta en el sistema de alcantarillado de zonas urbanas. Una vez ahí, a no ser que se extraigan con anterioridad, su destino final será el mar por muy lejos que nos encontremos de la costa.
Hoy en día solo el 9% de todo el plástico que hemos producido y consumido hasta la actualidad a nivel mundial se ha reciclado, el 12% se ha incinerado, y la gran mayoría, el 79%, ha terminado en vertederos o en el medio ambiente.
Los objetos de plástico también pueden llegar al mar desde vertederos, por el agua que fluye por los mismos. Además, también encontramos plásticos en el mar que proceden de vertidos de basura deliberados, de vertidos accidentales desde barcos, o de los efluentes de las estaciones depuradoras y plantas de tratamiento de aguas residuales. El 80% de los residuos que encontramos en el mar proviene de tierra, mientras que el 20% restante de la actividad marítima.
¿No soportas más el plástico? Ellos tampoco
Cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura.
La situación mundial es dramática, más aún teniendo en cuenta que la producción de plásticos sigue aumentando, y debido al efecto de la pandemia, las cifras se han disparado. Estas cantidades, su fácil dispersión y su lento proceso de degradación convierte al plástico en el enemigo número uno de mares y océanos. Su uso es un problema asociado a los modos de consumo, ya que la mayoría se emplean para envases de un solo uso.

Particularmente perjudiciales resultan los microplásticos, fragmentos inferiores a 5 mm que pueden venir de la rotura de trozos grandes o haber sido fabricados directamente así, como es el caso de las microesferas presentes en productos de higiene y limpieza como exfoliantes, pastas de dientes o detergentes. Se calcula que cada bote de 100ml puede contener entre 130.000 y 2,8 millones de estas diminutas bolas de plástico que llegan al mar a través del desagüe, porque su tamaño tan reducido hace que no queden atrapadas por los filtros de las depuradoras. Estudios recientes han observado que los animales marinos están ingiriendo estos microplásticos, lo que está provocando bloqueos gastrointestinales y alteraciones en sus patrones de alimentación y reproducción. Pero no se queda ahí: hay evidencias de que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria y llegan hasta nuestros platos.
Estrategias inescrupulosas de ventas vs toma de conciencia
Un informe reciente de Naciones Unidas detalla que la pandemia se ha visto como una oportunidad para impulsar el consumo de plásticos de un solo uso en países como los Estados Unidos.
En las primeras semanas de la pandemia en marzo de 2020, el Departamento de Salud y Servicios Humanos del país recibió una carta de la Asociación de la Industria del Plástico solicitando un anuncio público del Departamento elogiando los beneficios para la salud y la seguridad de los plásticos de un solo uso y refiriéndose en contra de las prohibiciones de estos tipos de materiales.
La carta se envió una semana después de que se publicara un estudio revisado por pares que demostraba que el coronavirus podría sobrevivir en superficies de plástico hasta 72 horas, en comparación con hasta 24 horas en superficies de cartón, y a pesar de que los expertos en salud afirmaron que los productos desechables presentan problemas de salud relacionados con el COVID-19 similares a los reutilizables.
Ante datos tan contundentes e imágenes que estimamos muchos de nosotros se han y se siguen encontrando día a día en las calles de sus ciudades, solo nos queda desde aquí apelar a la conciencia de la gente, para esperar que esta clase de escenarios mejore, y no se repitan a futuro.

Esta disrupción provocada por la pandemia de 2020/21 debería brindar oportunidades para cambios significativos y duraderos en las estructuras económicas y facilitar un movimiento hacia una economía circular donde los desechos se gestionen de manera mucho más sostenible.
Está en las manos de las autoridades, pero sobretodo en los pueblos que exijan a sus gobiernos que amplíen el control de los desechos plásticos, estudien sus impactos en la salud e inviertan en su gestión.
Y por supuesto, en mejorar hábitos de limpieza e higiene hacia un medio ambiente que no tienen porque convertirse en otra víctima de la pandemia.