Descubre historias esenciales que trascienden los postulados de todo calendario ecológico
Con objetivos elementales como el de constituir un llamado a reconocer la urgencia que reviste mantener el equilibrio de la naturaleza, y la conservación de sus recursos, la Carta Mundial de la Naturaleza es un tratado internacional aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 28 de octubre de 1982, que proclama cinco principios según los cuales debe guiarse y ser juzgada toda conducta humana que afecte al medio ambiente.

Suscripta por 118 países, sus postulados invitan a una toma de conciencia, con principios generales que hacen alusión al respeto a la biodiversidad y sus procesos esenciales, a no amenazar la viabilidad genética en la Tierra ni a las poblaciones de todas las especies silvestres y domesticadas, así como protegerlas de la destrucción que causan las guerras u otros actos de hostilidad.
También por supuesto, forma parte de un cada vez más extenso calendario ecológico, con fechas marcadas en un almanaque anual que seguramente resultará en la organización de las ya clásicas caminatas ecológicas, reforestaciones simbólicas, y un sinnúmero de sensibleras publicaciones en redes sociales que banalizan un tema al que proponemos dedicarle más acciones concretas y menos postulados vacíos de compromiso.
Acciones que inspiran el cambio
Como comunicadores, en emitiendo siempre hacemos un culto a la acción, al sumarle contenidos a slogans y mensajes que necesitan de sustancia para ser más creíbles. Por eso en estas fechas se nos da más por compartir historias que ayuden a inspirar, con ejemplos poderosos que en esta ocasión nos llegan desde tierras cercanas como Costa Rica.
Desde hace décadas, esta nación centroamericana se ha posicionado como un líder ambiental, abriendo caminos hacia un planeta más limpio, con un Plan Nacional de Descarbonización que fue premiado recientemente por Naciones Unidas.

Mucha de esta conciencia ecológica sin dudas deberíamos apuntársela a un vecino común y corriente de su capital San José, llamado Carlos Roberto Mejía Chacón.
Esta valiosa historia comienza unos 30 años atrás, con el protagonista siendo aún un niño de 10 años que queriendo detener la contaminación en su barrio derivó en una reforma constitucional que tiene impactos hasta el día de hoy.
Corría el año 1992. Un arroyo que serpenteaba a través de la comunidad donde el joven vivía, era el sitio donde los lugareños arrojaban su basura, amontonando desperdicios en su orilla por no tener un sistema de gestión de residuos adecuado. Frustrado por la situación, Carlos con la ayuda de su familia presentó un recurso de apelación ante la Sala Constitucional de Costa Rica, contra el municipio local. Permitir que el río sea utilizado como vertedero, argumentó, violaba el derecho humano a la vida, que requiere condiciones de vida adecuadas y vías fluviales limpias y protegidas.

La cámara se puso del lado de Chacón y un año después ordenó al municipio limpiar la basura y comenzar a manejar adecuadamente los desechos de los residentes. Pero también llegó a un reconocimiento mucho más profundo. Un medio ambiente limpio y saludable es una base fundamental de la vida humana, al igual que los ecosistemas equilibrados, la biodiversidad y otros elementos de la naturaleza de los que dependen las personas, razonaron los jueces.
Al igual que la alimentación, el trabajo, la vivienda y la educación, un medio ambiente sano en todos los aspectos debe considerarse un derecho humano.
Esta notable conclusión no solo estableció un nuevo estándar legal para los tribunales de todo el país, sino que también impulsó la decisión de tallar el derecho humano a un medio ambiente saludable en el ADN legal de Costa Rica durante una reforma constitucional en 1994.
Desde entonces, el derecho constitucional ha ayudado a orientar muchas de las políticas ambientales de un país que ha desarrollado una fuerte cultura ecológica, con mucho para enseñar al resto de las naciones.
El derecho humano a un medio ambiente saludable, que abarca ecosistemas limpios y equilibrados, una rica biodiversidad y un clima estable, reconoce que la naturaleza es la piedra angular de una existencia humana digna. Pero también el derecho a un ambiente saludable actúa como una vía legal crucial para proteger el mundo natural, tanto al alentar a los gobiernos a aprobar leyes ambientales más estrictas como al permitir que los tribunales responsabilicen a los infractores. Especialmente cuando se instalan en las constituciones, estos derechos son tomados en serio por muchos sistemas judiciales y se vuelven difíciles de deshacer, creando una fuerza duradera que contrarresta los intereses contra la protección de la naturaleza.
Reconocer nuestra fortaleza como individuos, para exigir cambios colectivos que se reflejen en beneficios sensibles para el medio ambiente, es la enseñanza más valiosa que en estas fechas nos moviliza compartir, con la historia de Carlos como ejemplo práctico que demuestran que llevar adelante estas iniciativas dependen de todos y cada uno.