Dos perlas Nicaragüenses que modificaron por completo nuestros planes de viaje
Llegamos a Nicaragua, en un viaje que tenía por destino final Tamarindo en Costa Rica y que finalmente encontró su meta en San Juan del Sur, porque este pequeño pueblito de pescadores nica, nos tomó por sorpresa y nos enamoró de tal manera, que ya no nos largó.
Esta maratón centroamericana había comenzado en Managua, y nos había llevado hasta Granada, una centenaria ciudad Nicaragüense, situada en la costa del enorme lago conocido también como Cocibolca o La Mar Dulce.
Fundada en 1524 por Francisco Hernández de Córdobas, este histórico asentamiento sufrió a lo largo de su historia repetidos ataques y hasta una destrucción casi total en 1856 a manos del filibustero William Walker. Pero luego de la guerra civil, ha sido reconstruida recuperando su riquísima arquitectura colonial.
Para visitar destacamos el Palacio Nacional, en el costado sur del Parque Colón, la Casa de Los Leones y el Conjunto Colonial Jalteva. Su peculiar estilo y coloridas fachadas les ofrecerán un auténtico festín a sus cámaras fotográficas.
Caminar el Parque Colón, y las bonitas callejuelas empedradas que conducen a la orilla del lago tienen su magia si además tienes la suerte que te acompañen la sonrisas de los niños del lugar. No pudimos navegarlo en este viaje, pero lo dejamos agendado para el siguiente. La isla de Ometepe y los Volcanes Concepción y Maderas, altamente ponderados por nuestros amigos Nicaragüense, nos verán allí pronto.
A unos 100 kms de allí, y ya muy cerca de la frontera con Costa Rica, nos esperaban las playas de San Juan del Sur. Ubicado sobre una mágica Bahía que luego descubriríamos, tiene la virtud de atrapar algunos de los más bellos atardeceres que hallamos visto, nos recibió ya de noche, y con un clima de fiesta que ya no nos abandonó en toda la estadía.
Elegido como destino por varios extranjeros, en particular gringos, por la bondades de las olas para el surf de varias de las playas cercanas, le dan a este poblado un ambiente festivo especialmente recomendado para un público joven. Si a esto le sumamos las aguas cálidas y cristalinas, la amabilidad de su gente y los precios ridículamente baratos, comparados con los de su país vecino Costa Rica, tendrán allí varias de las razones suficientes que nos anclaron a este puerto.
Las opciones para hospedarse no son numerosas pero con el tiempo están creciendo.
Hostales, hoteles y cabañas, de variados precios y comodidades se combinan con algunos emprendimientos, como la Casa del Soul, que están dotando a San Juan del Sur de bonitos y acogedores lugares para descansar.
Pelican Eyes Resort and Spa, te ofrece en una colina, una de las mejores vistas del pueblo para disfrutar desde su piscina infinita.
Para comer recomendamos probar los clásicos “casamientos” nicaragüenses, un arroz fritado con frijoles como ninguno hemos probado en todo Centroamérica, y los Nacatamales, los hermanos mayores de los tamales, que superan en tamaño, y según nuestro criterio, en sabor, a los de sus vecinos. Este platillo es una sinfonía gloriosa envuelta en hojas de plátano, con una pesada masa de maíz conteniendo diferentes verduras, arroz, manteca y cerdo con sabor a achiote. Como una buena canción, los ingredientes sutilmente mezclados, pueden sumergirte en profundidad y quedar atrapados en tu cabeza.
Para beber, en Nicaragua conocimos nuestra cerveza regional preferida. La Toña.
Una fina birra, tipo lager con un excelente balance entre cuerpo y sabor. En nuestra visita, por una ridícula cora, un cuarto de dólar, podíamos degustar una tras otra de su frescura, posados sobre la apacible playa esperando el amanecer.
Y de eso se trata en buena medida San Juan del Sur.
Disfrutar en cuerpo y alma de una de las más gratas sorpresas que el destino a puesto en nuestra ruta. Playas, tranquilidad, sazón y alegría a raudales por una auténtica ganga. Volveremos.